segunda-feira, fevereiro 04, 2008

ni todos los ojos beiertos ven - em "el adarve"

C"ada día, cada hora, cada momento, pasan cosas admirables en cualquier lugar donde nos encontremos. Lo que pasa es que no las vemos. Porque no tenemos los ojos educados para ver. Decía Vicente Espinel que “los ojos son arcabuces y lumbreras del alma”. La capacidad de observación es importante para saber lo que pasa. ¿Por qué no se ve lo evidente? Porque nos instalamos en las rutinas, porque no somos capaces de fijar persistentemente la atención, porque no sabemos focalizar adecuadamente. Más difícil es ver lo subterráneo, lo que está bajo la capa superficial de los hechos. “Lo esencial es invisible a los ojos”, dice Antoine de Saint-Exupéry.Además de ver, es preciso analizar. Para ello hay que disponer de teorías. Si un crítico deportivo ve un partido de fútbol sabe que un equipo está jugando con la táctica 4-4-2 y otro con la 4-3-1-2, por ejemplo. El que no sabe nada de fútbol sólo ve números en la espalda de los jugadores. Y cuando le dicen que la gente grita por culpa del que viste de negro, piensa que se debe a que no toca el balón durante todo el partido. No conoce la teoría.
Un cirujano quiso dar a sus alumnos una lección en vivo sobre la importancia de la observación. Una vez reunidos, les dijo:- Hay dos cualidades fundamentales del cirujano, que son la resistencia a la repugnancia y, sobre todo, la capacidad de observación. Lo vamos a comprobar a través de un sencillo experimento.Dicho esto les mostró un recipiente con un líquido sanguinolento, verdaderamente repugnante. La vista y el olor provocaban un rechazo irreprimible. Y les dijo:- Voy a meter el dedo en el recipiente y me lo voy a llevar a la boca. Observad atentamente. Y veréis cómo puedo superar la repugnancia. Es el fruto de una larga experiencia y de un intenso afán de superación.En presencia de todos ellos metió el dedo en el recipiente y se lo llevó a la boca sin inmutarse. Los alumnos hicieron un gesto de sorpresa y de admiración. Luego les pidió a cada uno que hiciera lo mismo. Algunos no pudieron superar el rechazo y ni siquiera metieron el dedo en el recipiente. Otros sí lo hicieron y se llevaron el dedo a la boca. El vómito provocado por el sabor fue casi automático. Entonces el cirujano se dirigió de nuevo a los estudiantes para decirles lo siguiente:- He visto que no tenéis todavía suficientemente desarrollada la capacidad de superación de la repugnancia. Pero me preocupa más lo que sucede con la observación. Ninguno se ha dado cuenta de que introduje el dedo índice en el recipiente y me llevé a la boca el dedo corazón.Saber observar es tan difícil como necesario. Porque observar no es sólo mirar, es buscar. Y la búsqueda tiene un eje estructurador que da sentido a la mirada y proporciona explicaciones a lo que se ve. ¿Cómo es posible que se les escapen tantas cosas de los hijos a los padres y madres? ¿Cómo se nos pasan tantas cosas de los alumnos a los profesores y profesoras?Para observar hace falta combinar objetividad y subjetividad. Hace años leí una preciosa novela del recientemente galardonado Juan José Millás. Se titulaba “La soledad era esto”. La protagonista es una mujer que encarga a un detective que siga a una persona y que haga informes sobre ella. Lo que no sabe el detective es que la persona a quien tiene que seguir es la misma que le encarga los informes. Le envía el primero y ella le dice que no le gusta el informe porque es muy objetivo. Sólo describe lo que hace la persona observada, pero ella quiere saber qué le pasa, por qué hace las cosas, cómo es. Poco a poco va aumentando la subjetividad de los informes y éstos empiezan a ser más ricos y más profundos.Vemos las cosas como son, pero también como nosotros somos. “El horizonte está en los ojos, no en la realidad”, decía Ángel Ganivet. No podemos prescindir de la subjetividad (que no es lo mismo que arbitrariedad). Ni debemos hacerlo cuando observamos a personas.Para observar con rigor hace falta combinar la focalización y la contextualización. No se puede observarlo todo, en todos los sitios, de manera constante. Hay que centrar la atención, pero también hay que tener en cuenta el contexto donde el hecho sucede. Un grito no significa lo mismo en un campo de fútbol que en una iglesia.Otro dilema que presenta la observación es la necesaria equidistancia que tiene que mantener el observado para estar dentro de la realidad, pero suficientemente fuera como para que no le condicione el juego de intereses que en toda realidad se produce. Si el observador se distancia mucho no conoce los significados que tienen los protagonistas. Si está demasiado dentro no puede analizar con imparcialidad.No se puede perder de vista la artificialización del comportamiento que se produce en una persona cuando se sabe observada. Me cuenta un colega de Barcelona que en una evaluación que se estaba haciendo en un Colegio de la ciudad un profesor que era muy “vanguardista” (entraba en clase y se ponía a leer La Vanguardia) durante todo el tiempo que duró la observación de su aula había dejado de ser vanguardista. Pero siguió siéndolo el primer día en que se fue el observador. Mientras más transparencia tenga la observación, mientras más tiempo dure y más control democrático tenga el observado sobre los datos, menos artificialización existirá.Para aprender a observar hay que ejercitarse. A observar se aprende observando. Es bueno también contrastar informes de diferentes observadores sobre un mismo hecho. Resulta curioso comprobar las discrepancias que se producen en la mirada de observadores diferentes. Para aprender a observar también es interesante ser observado. Cuando lees el informe de una observación que te han hecho puedes comprender que hay muchas posibilidades de que se malinterprete una palabra o un gesto.Hay que educar los ojos para ver. Por eso hace falta fijar la atención, cosa difícil en esta cultura de distracción permanente. Decía Bill Crosby: “No todos los ojos cerrados duermen, ni todos los ojos abiertos ven”


















"Cuando camino por mi ciudad donde vivo desde hace 20 años y que es horrible (o a mi me lo parece), muchas veces me digo que tengo que mirarla como si fuera la primera vez, para poder descubrir cosas nuevas y distintas. La costumbre de pasar tantas veces por los mismos lugares hace que los dejemos de ver.Este artículo me hace recordar a un profesor de filosofía que nos instaba a no perder nunca la capacidad de asombro.En mi trabajo en Atención Temprana la observación ocupa un lugar de privilegio. A veces paso muchos encuentros solo observando, para poder decidir el tratamiento. Y siempre observo para cambiar las desisiones tomadas si es necesario. La objetividad es dificíl. Llevamos con nosotros un vagaje cultural que hace que nuestra mirada disfiera de la de los otros. Esto se compensa con el trabajo en equipo. Todos miramos y consensuamos. Involuicrarse es bueno. Y nunca somos imparciales por mucho que busquemos la distancia adecuada.Y no creo que lo esencial sea invisible a los ojos. LO esencial es el amor. Y si no pudieramos verlo no valdría la pena vivir.Ver, el simple hecho de ver, es un regalo inmenso que la vida nos hace. Ver viendo lo que miramos es maravilloso."



Miguel Ángel SANTOS GUERRA, leonés de nacimiento y malagueño de adopción, es Doctor en Ciencias de la Educación, catedrático de Didáctica y Organización Escolar en la Universidad de Málaga. Es también Diplomado en Psicología y en Cinematografía. Ha sido profesor en todos los niveles del sistema educativo: maestro de Primaria, profesor de Bachillerato y profesor de la Universidad Complutense y de otras universidades españolas y extranjeras. Fue Director de un centro educativo, del Departamento de Didáctica y Organización Escolar y del Instituto de Ciencias de la Educación de la Universidad de Málaga. Ha escrito numerosos libros y artículos sobre organización escolar, evaluación educativa y formación del profesorado. Ha recibido numerosos premios por sus escritos y por sus trabajos de investigación. Escribe, cada sábado, en el periódico La Opinión de Málaga. Es colaborador de numerosas revistas nacionales y extranjeras y dirige varias colecciones educativas. Es padrino de tres escuelas argentinas en las provincias de Santa Fe, Mendoza y Jujuy. Ha sido declarado Huésped de Honor de varias ciudades argentinas, mejicanas y chilenas.

Si quieres contactar con Miguel Ángel Santos Guerra su correo es:santosguerra21@yahoo.es

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