segunda-feira, abril 26, 2010

Ramón Goméz de la Serna

Como daba besos lentos duraban más sus amores.

Al inventarse el cine las nubes paradas en las fotografías comenzaron a andar.

El lector como la mujer ama más a quien más lo ha engañado.

El poeta miraba tanto al cielo que le salió una nube en un ojo.

Con el monóculo, el ojo se vuelve reloj.

Se ve que el viento no sabe leer porque cuando pilla un libro en su camino pasa las hojas al revés.

Escribir con lápiz es marcar sólo la sombra de las palabras.

El mar sólo ve viajar: él no ha viajado nunca.

En el vinagre está todo el mal humor del vino.

El diván es una cama que no tiene pies ni cabeza.

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